LOCAL 13 DE JUNIO 2019 • 9
Campamentos cambian la vida
a niños de padres con cáncer
Niños participantes en el campamento Kesem, en la Universidad de Stony Brook, en Long Island, evento que tiene como director a Ian Lesnick.
Por: Sandra Anabella Torres
editorial@noticiali.com Desde hace seis años que el
campamento Kesem, en la
Universidad de Stony Brook,
ofrece en la temporada de verano
una oportunidad de apoyo y entretenimiento
gratuito para niños y
jóvenes de los condados de Queens,
Brooklyn y Long Island quienes
tienen padres que sufren de cáncer
o han pasado por esta situación.
El campamento se desarrolla por
una semana en la Universidad de
Stony Brook, en Long Island, durante
la cual los niños y jóvenes se desconectan
completamente de sus familias
para encontrar motivación en
medio de lo que implica para ellos
el tener un padre con cáncer.
El campamento es para niños desde
los 6 años hasta los 18, con un
programa de especialización para las
edades de 14 a 18 años. En este año se
llevará a cabo del 30 de junio al 6 de
julio, aún hay 15 cupos disponibles
y por primera vez se han propuesto
llegar más a las familias hispanas
que atraviesan por esta coyuntura
médica y ofrecerles esta oportunidad
sin costo alguno.
“Durante esta semana cambia la
vida de estos niños y también la de
nosotros, el equipo que trabaja con
ellos”, destaca Ian Lesnick, director
del programa. Él es estudiante de
linguística y de idioma español en
la Universidad de Stony Brook, habla
perfecto español y desde hace cuatro
años se dedica voluntariamente
a este programa donde “se lleva
una gran experiencia para su vida
personal”.
Lesnick es la persona encargada de
hablar con las familias que solo hablan
español. “El programa ofrece servicios
a niños que tienen un padre con cáncer,
o un padre sobreviviente de cáncer o
que alguno de sus padres perdió la vida
a causa del cáncer”, nos dice Lesnick,
siendo estos los únicos requisitos para
poder obtener un cupo.
El campamento Kesem brinda apoyo,
unifi cación y por otro lado diversión
y entretenimiento a los participantes.
“Los niños y jóvenes pueden disfrutar
de la vida y olvidarse del estrés de vivir
con el cáncer”, insistió Lesnick.
El crecimiento del campamento
Los campamentos en los Estados
Unidos empezaron en el 2001 y en la
Universidad de Stony Brook en Long
Island desde el 2013, donde vienen niños
en un 90% de Queens, Brooklyn y
el área de Long Island. El otro 10% es
otros sectores de la ciudad de Nueva
York, y de los estados de Connecticut
y New Hampshire.
“Empezamos con un grupo de 50 niños
y este año vamos a tener 120 niños
con nosotros. Hemos crecido mucho
en el transcurso de estos seis años y
hemos aprendido sobre lo que necesitan
estos niños y jóvenes”, menciona
el director del programa Ian Lesnick.
Cada año que ha funcionado el campamento
Kesem en la Universidad de
Stony Brook ha hecho cambios y buscado
más recursos para ayudar mejor a
estas familias. “Inicialmente las familias
tenían que proveer la bolsa o cama para
dormir de sus hijos y para algunas
familias era difícil, ahora tenemos los
(Foto: CK)
recursos para proveerle a cada niño su
cama para dormir durante la semana
que permanecen aquí”, dijo Lesnick.
Llegando a la
comunidad hispana
Otro de los cambios
fundamentales en el
campamentos es llegar a
otras comunidades, como la
hispana. Porque de acuerdo a su
director, aún el porcentaje de
familias hispanas que asisten es
poco. “Siempre buscamos los
niños, contactamos consejeros,
escuelas, entidades sin fi nes de
lucro y demás”, destacó Lesnick,
y también insistió que tal vez
estas familias hispanas que
tienen cáncer en su familia no
saben de esta oportunidad y por
eso se han propuesto promover
información en español.
“De las cosas que más hemos
aprendido es pensar en las
comunidades con quienes
trabajamos. Tenemos mucha
experiencia en el trabajo con
familias pero tenemos que
alcanzar comunidades que no
saben del programa o piensan
que no pueden alcanzar
estos servicios”, recalcó.
Para Lesnick, es un orgullo ser
parte del programa, porque
cada año nota el cambio en
la vida de estas familias y
también en el equipo de trabajo
(estudiantes universitarios
voluntarios). “Esa semana se
convierte en un tiempo muy
profundo para todos, nos
conectamos con los niños, los
conocemos y siempre cuando
ellos regresan a casa, sus padres
comentan que son diferentes,
se expresan más y están
felices. Entonces la experiencia
para nosotros se transforma
en magia”, puntualizó.
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